ENTREVISTA A Gabriela Elias.
Deslumbrada por las danzas
clásicas y el jazz, transcurrieron los comienzos como bailarina de Gabriela
Elías.
Un día cualquiera, Marty
Cosens, llegó al teatro donde ella estaba trabajando como bailarina de comedia
musical, en busca de bailarines de tango para presentarse en una audición.
Gabriela fue elegida entonces,
junto con otras bailarinas, para integrar el cuerpo de baile del show que hacía
Mariano Mores, para el cual tuvieron una larga preparación. Ese show, fue
presentado con el mayor de los éxitos en Buenos Aires, en las provincias de
Argentina y en el exterior .
Recorrió con esa Compañía, bailando Tango Escenario, muchos lugares y muchos
países durante veintiséis años hasta que, en 2012, ese gran maestro de quien
guarda hermosísimos recuerdos, se retiró definitivamente de los escenarios que
lo vieron triunfar. Su retiro se debió a lo avanzado de su edad ya que, a pesar
de las exigencias de su trabajo, lo soportó feliz hasta los noventa y cuatro
años, cuando se despidió de su público.
Su primer maestro de Tango Danza, fue Raúl Bravo pero además tomó,
durante todos estos años, clases con diferentes profesores, entre ellos, Pepito
Avellaneda. Era el tiempo donde no habían quedado bailarines de tango en el país, porque los
pocos que había, se habían ido con Tango Argentino y estaban deleitando a otros
públicos.
Gabriela nunca dejó de tomar clases porque siempre consideró, y hoy lo
hace todavía, que tiene mucho que aprender. Además, me dice, es la única manera
de estar siempre al día; no concibe el “congelamiento” en la enseñanza ni en el
baile. El tango – dice – no es una danza estática, rutinaria; al contrario, es la danza por excelencia,
donde la improvisación es indispensable y fascinante, siempre respetando sus
raíces. Y en este caso, es la juventud la que plantea y promueve estas
actualizaciones. Por eso, lo que hay que entender, es que nunca se termina de
aprender a bailar tango y que ésta, no es una danza donde la verdad la tiene un
solo profesor. Cada uno tiene su verdad.
Me cuenta que, su forma de transmitir los conocimientos, se basa en la
práctica de los movimientos que surgen de manera natural y de la técnica, que
es la base donde se sustenta esa enseñanza y a la que considera muy importante.
Su especialidad es la milonga con traspié, siempre dentro de los lineamientos
del baile social y descubrió hace ya mucho, que le fascina la didáctica, la que
aplica concienzudamente.
Gabriela es detallista y sabe reconocer inmediatamente, hasta dónde
puede cada alumno. Cuenta que, a veces, llegan a sus clases alumnos con el
deseo de aprender milonga, pero con un
total desconocimiento de la técnica; tienen por lo tanto,
indefectiblemente, que aprender primero la técnica del tango que no es fácil,
para luego adentrarse en la milonga.
Coincide con otros maestros, en que la mayoría de los alumnos se
conforman con aprender apenas lo suficiente para poder ir a bailar a la
milonga; no tienen la inquietud de aprender cada día un poco más. Sin embargo
hay otros, a los que siempre les parece
poco lo que saben y son consecuentes y aplicados.
Además - esto no me lo han contado sino que lo he experimentado
personalmente, dice –, los alumnos que pretenden llegar a bailarines profesionales,
dan absolutamente todo por sobresalir y su nivel de baile, es realmente óptimo.
Esto lo he visto como integrante de los jurados, de los Campeonatos Mundiales Argentinos de
Tango Salón y Escenario.
Hablando un poco acerca de la última camada de bailarines argentinos,
afirma que casi ninguno, proviene de las danzas clásicas o del folklore, como
sucedía con las generaciones anteriores. Estos últimos, empezaron con el tango
y siguen en él.
A partir de 1996, se integra al ballet de Mariano Mores, Eduardo Pérez,
quien será su pareja de baile, durante diecisiete años.
Gabriela da clases y seminarios
en la Escuela Argentina de Tango y en diferentes milongas, además, de sus
clases privadas.
Organiza también, junto a Eduardo Pérez y Horacio y Alba Fiorentino, la
milonga La Baldosa desde hace muchos años, los días viernes, en el barrio de
Flores. Algo que cuida muchísimo, es que cada viernes haya un evento diferente.
Llegan hasta allí, turistas de todas partes del mundo, sabiendo lo que van a
encontrar; van a buscar exactamente eso, una milonga de “club de barrio”, con
piso de baldosa.
Me cuenta que hace ya bastante
tiempo que hace giras sola. La próxima será a fines de mayo, al Festival de Edimburgo
en Escocia, y después, varios workshops en
Suiza, Alemania, Italia y Rusia. También irá a Estambul, esa inmensa ciudad de Turquía que se da el
lujo de ser la única ciudad en el mundo, que pertenece a dos continentes.
Alternando soledad y compañía, compañía y soledad, su presente
transcurre placentera y tranquilamente; las idas al cine con su pareja, la vida de
hogar, salidas sociales algunas noches y esas menudencias que le dan un agradable y simple sabor a la vida.
Me confiesa que no le gusta trabajar de noche, por lo que sus clases son
siempre temprano; le da mucho valor a
las mañanas apacibles y serenas, que tienen para ella un encanto especial.
Durante las mañanas se siente con mucha energía y su espíritu mañanero, retoza travieso, bajo la luz natural.
Gabriela hace lo que le gusta, disfrutando mucho con su trabajo,
viajando y rodeándose únicamente, de la gente que quiere.
Ama al tango, lo siente, la conmueve. Y,
mientras comparte sus vivencias con él, suena en sus oídos una milonga.
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