RECORDANDO LAS MILONGAS.


                            RECORDANDO LAS MILONGAS

Parece mentira, pero cada día que pasa crece la necesidad de volver a bailar tango sin condicionamientos, como antes. Pero al mismo tiempo, también crece la incertidumbre de cuándo y cómo podremos hacerlo. Las milongas al aire libre son en este momento la única opción; algunas plazas o parques las incluyen. Sin embargo, además de que se baila con barbijo, todo el contexto es diferente. 

La gente se sienta en el pasto o en bancos de piedra y su calzado y vestimenta caen fuera de los cánones utilizados en las milongas ya que debido al lugar, deben vestirse como para ir al supermercado. El equipo de música y el disc jockey que en la milonga tienen un papel preponderante, deben acomodarse como  puedan sobre el pasto o aplicar parlantes a una computadora.

Todo es diferente, lamentablemente diferente. Sólo escuchar La Yumba al lado de alguien que come bizcochitos con grasa recostado en el pasto, mientras más allá algunos toman mate bajo la sombra de un árbol, ya hace la situación totalmente distinta.

Todo es diferente, lamentablemente diferente. La burbuja fascinante que albergaba a las milongas de antes de la pandemia, dejó de existir. Los stilettos y la vestimenta sensual de las tangueras, la pulcritud de los hombres, el perfume de todos y las copas de vino o champaña sobre las mesas, son un decorado inexistente hoy.

Todo es diferente, lamentablemente diferente...y triste ¿Hasta cuando?



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