LETRAS TEÑIDAS
LETRAS TEÑIDAS
La cultura del tango, está
representada por los valores y símbolos con que se expresaron e identificaron
los suburbios de Buenos Aires, desde principios del siglo XX y que están
asociados, directamente, con las inmigraciones ocurridas en esos tiempos.
Invariablemente, el síntoma más
notorio resultante de toda inmigración,
es tener que soportar un primer e importante problema, que deberá combatir y
superar, no sin esfuerzo, y es el de la identidad.
A partir de 1880, esas
generaciones habían llegado al país atraídas por las promesas del gobierno de
aquel momento. Esas promesas, eran
trabajar las tierras que el mismo gobierno les proveería. Sin embargo,
una vez que esa gente arrivó a la Argentina prometedora, pudo comprobar que
todo era una falacia y que la oligarquía le impedía el acceso a esas tierras,
obligándola a hacinarse en conventillos.
Estos, eran viviendas de gente adinerada con
muchas habitaciones que eran alquiladas una para cada familia. Estaban por
debajo de cualquier estándar de vida, ya que se debía cocinar en el patio o en
una cocina chiquita improvisada de madera, compartir con muchas personas un
mismo baño y donde las peleas entre vecinos de pieza, eran cosa de todos los
días. Los conventillos eran verdaderas villas miserias internas, que reportaban
enormes ganancias a sus dueños. Estos al descubrir el negocio, dividían las habitaciones
con una pared levantada en la mitad y aumentaban sus ingresos a costa de
aquellos pobres, que no tenían oportunidad de abandonar esos lugares ni la
tendrían hasta conseguir un buen trabajo, oportunidad que les estaría vedada
por mucho tiempo.
Ante esa situación y
contrariamente a lo prometido, los inmigrantes sólo podían acceder al
trabajo brindando mano de obra barata,
para poder sobrevivir. La mayor parte de ellos, eran hombres de bajo nivel
económico (habían dejado a su mujer y sus hijos en sus países de origen) y cuya
meta había sido venir a la Argentina a “hacer la América” y volver a su tierra
natal, con los bolsillos llenos.
Otros, los más arriesgados,
habían hecho el esfuerzo de traer a su familia y no les quedaba otra opción que
vivir todos juntos en una misma pieza pero, lo peor de todo, era la seguridad
de un futuro incierto y preocupante.
Pero lamentablemente y en
paralelo a esto, aparecieron otros problemas que se sumaron al de la identidad:
el de la actividad sexual, que halla contención en los prostíbulos (ya que
había muchos hombres solos); el de la explotación social, marcada por la
degradación en el trabajo y el del conflicto cultural, que hizo que esa
inmigración, debido a las frustraciones a que fuera sometida, se transformara
en una generación de desterrados y no de inmigrantes.
Estos fueron los cuatro problemas
que debieron sufrir en ese escenario traumático, poblado de sacrificios,
ausencias y la convicción de sentirse engañados en la lucha por la concreción
de sus sueños.
Y en ese preciso momento nace el
tango y lo hace desde el “lugar de perdedor” ya que, en ese marco doloroso,
es donde estaban parados esos hombres,
protagonistas de conflictos difíciles de superar y sólo acompañados por la
soledad cruel, que no buscaron y que los recibió.
Es, a mi entender, totalmente ilógica la pretensión
de que, gente desgraciadamente inmersa en una situación personal y social como
la antes descripta, pueda ser artífice de letras que canten odas al placer, la
felicidad, la alegría o al amor color de rosa.
Es por esta razón, que la mayoría de las
letras de tango de aquella época, tratan acerca de situaciones de origen
prostibulario, lamentos por el abandono de un amor detrás de la plata de algún
bacán y reclamos a Dios, por las injusticias que sufre la gente humilde.
Este, es el contexto dentro del cual
el hombre pobre de arrabal encuentra, como único método para desahogarse de sus
penas y sus tristezas, la generación de un folklore como el tango.
No es desconocido cómo, hasta en
ese tiempo doloroso, la oligarquía recoge sus frutos y se divierte con el tango
en los lujosos salones del centro. De ahí que, en algunas letras, se canta la
lucha de clases y la justificación y el perdón a las milongueritas del arrabal,
cuya única forma de salvación, es la prostitución. Esta fue una excepcional
manera de huir de aquel conventillo cruel e indigno, pecando además, por el
olvido y el abandono del barrio.
Y francamente, a nivel narrativo,
las letras de tango son una extraordinaria obra literaria donde se describe el
trabajo de los inmigrantes, el entorno, los suburbios, sus personajes y sobre
todo, sus estados de ánimo, cruel película donde se ve aflorar toda la
aflicción y el tormento que los invade.
Es verdad que la mayoría de las
letras están teñidas de tristezas y dolores, desengaños y amenazas, protestas y
deseos inalcanzables, perdones y añoranzas, pero sin lugar a dudas, tienen su
valedera razón de ser. Porque la musa que las inspira, convive con la traición,
el sufrimiento y la incertidumbre.
Pese a esto, Leopoldo Lugones y
Carlos Ibarguren, representantes indiscutidos de la “high society” de aquel
momento, no dudaron en apodar al tango como “la tristeza infame” y lo
calificaron con desprecio de “híbrido, mestizo e innoble”
Pareciera ser que, lo que estos
dos señores no entendieron, como muchos otros, fue el profundo sentido de esas
letras que iban mucho más allá de lo escrito y que revelaban las privaciones que aquellos no
conocían, mostrando pesares que les eran ajenos, incomprensibles y lejanos.
Por eso, cuando escucho que
critican al tango diciendo que es depresivo y quejoso, pienso: ¿no será que esa
gente, esa que critica sin razón, sin saber y sin poder internalizar el suceso,
es incapaz de comprender el dolor ajeno porque no los toca de cerca?¿Será que
la insensibilidad les brota a borbotones, no permitiéndoles ver la realidad?
Y entonces, haciendo gala de mi
lucidez, tragando saliva y poniendo mi condescendencia en funcionamiento pero con
un esfuerzo sobrehumano, los justifico.
Ana María Navés.
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