MIENTRAS ESTOY EN LA MILONGA.


A veces, cuando estoy en la milonga sentada a la mesa, sin hablar, mirando atentamente hacia la pista, algunos conocidos me preguntan si estoy aburrida o por dónde andan mis pensamientos en ese momento. Sin embargo, nada está más lejano a la realidad.
Mi actitud de observadora aparentemente indolente, me brinda el alimento que siempre necesito para escribir. Me resulta muy interesante observar con detenimiento los rostros de la gente cuando baila; dicen muchas cosas. Algunas obvias, otras no tanto.
Es en la reflexión y el silencio donde encuentro a las musas tangueras y entonces, las invito a mi mesa

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