ENTREVISTA A GLORIA DINZEL.


                      

GLORIA, RODOLFO Y FRANZ
                                                                                                                          Ana María Navés (2012)

Durante una gira en 1998, mientras estaban en París, lo empezó a escribir; lo abandonó por muchos años y en 2012 por fin, salió a la luz. “El Tango, Una Danza, Mi Tango”, es el libro donde Gloria Dinzel muestra cómo es “su” tango, no desde el lugar de la técnica, sino desde los sentimientos. Confirma la fusión de la mujer con su compañero y con su identidad, vistos como un todo. La relación sentimiento-danza, comenzó a protagonizar su vida desde muy chica, cuando acompañaba a sus padres a los clubes de barrio, embelesándose con el gesto que descubría en la cara de su mamá, con los ojos cerrados, cuando bailaba tango con su papá.
Gloria trajo también a su memoria, el placer que sintió desde siempre al bailar, y la oportunidad de expresarse que le ofreció la danza. Oportunidad que, por haberla tenido en cuenta, marcó sin duda alguna, su destino. Me contó cómo fueron sus comienzos en las danzas clásicas, concurriendo a las clases del  profesor que la inició, luego a otro y después a un tercero quien por fin, la hizo ingresar al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Cuando sucedió esto, ella sólo tenía ocho años y fue la integrante más chiquita del cuerpo de baile infantil del teatro.
Fue en ese tiempo, compañera de Jorge Hitovich, un poco mayor que ella, conocido más adelante como el genial Jorge Don, un chico – según Gloria – tímido, vergonzoso y sensible,  pero que vivía para la danza.
Recordó que fue una época de muchas obligaciones, donde las exigencias de sus profesores eran notorias, pero también fue un tiempo donde las travesuras que tramaba junto a sus compañeras, eran muchas y les endulzaban la vida. Donde espiar desde atrás del telón, cosa que estaba prohibida, era una aventura increíble y hacer reír a todo el ballet infantil mientras ensayaban sobre el escenario a escondidas de sus maestros, una diablura repetida y peligrosa.
Donde entrar a los camarines que usaban las primeras figuras, constituía el mayor desafío con el terrible riesgo de ser descubiertas… Pero estar sentadas en ese lugar sorprendente, cargado de  glorias pasadas, frente a un espejo rodeado de montones de lamparitas y deleitándose con el embriagador aroma de los cosméticos, les provocaba una emocionante sensación. Y adueñarse de esos fantásticos colores,  que vivían dentro de las polveras y que darían vida a esas caritas blancas, era una de las más deliciosas y excitantes travesuras dentro de ese entorno maravilloso. Más, cuando equivocaban el tono de esos polvos y terminaban con el rostro totalmente teñido, de un oscuro color ladrillo.
Experiencias de chicos, travesuras infantiles, desobediencias lógicas, espionajes premeditados, todo eso y muchas cosas más, conformaban la vida de aquellos años donde todavía, todo era un juego. El mismo juego que más adelante, sería la puerta de entrada a su vida futura. Cuando terminó sus estudios en el Teatro Colón, viajó a España y se incorporó al elenco de Ángel Eleta, uno de los más grandes coreógrafos y bailarines del momento y llegó a ser la primera bailarina de su ballet. Así fueron sus comienzos con el tango.
Gloria y Rodolfo Dinzel, casados desde hace muchos años, conforman una pareja que ha sabido mantenerse a pesar de su muy bajo perfil, en la cresta de la ola. Su trayectoria profesional, es demasiado nutrida para enumerarla aquí. La Academia Nacional del Tango, los tiene entre sus  Académicos de Honor desde hace veinte años. Desde  su fundación, son los directores de la carrera de Tango-Danza que se dicta en el CETBA, instituto perteneciente al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a la que le imprimen toda su sapiencia y sensibilidad. Su profesionalidad, junto con sus investigaciones y aportes, son una clara muestra de su reconocida idoneidad.
Hace aproximadamente un mes, regresaron de su última gira por Italia, Eslovaquia y República Checa, donde ofrecieron seminarios y conferencias. También  se deleitaron recorriendo y visitando en Praga, los lugares que habían sido testigos de la vida de  Franz Kafka. Este escritor judío, cuya obra transita por los conflictos internos del individuo y el difícil equilibrio de su vida emocional, es uno de los preferidos de Gloria. Llegaron hasta allí,  invitados por profesores argentinos, que hoy tienen sus escuelas de tango en aquellas latitudes y que enseñan el Sistema Dinzel. Fueron ellos los que les mostraron caminos más que interesantes y colmados de historia y de arte; y fueron ellos también, quienes disfrutaron con semejantes  invitados

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