EL TRUEQUE ( extraído del libro HOMBRE TANGO MUJER)
Ser libre es dejar de depender de alguien
para depender de todos.
Enrique Jardiel Poncela
La libertad que defienden a muerte los hombres y las mujeres del tango les es imprescindible, pero no se queda solamente ahí; es generadora de otras sensaciones que la acompañan y marcan un camino que, en la mayoría de los casos, no tiene regreso y del cual no podrán alejarse jamás.
Ellos inventan y actúan una actitud rebelde y, aunque sepan que la compañía de una pareja sería beneficiosa en todo sentido, no lo reconocen y se empeñan en vivir en soledad. Sacrifican una vida tranquila en compañía, con valores, con afectos, con deseos, con contención, con proyectos alcanzables, a cambio del hecho de vivir en completa libertad; en otras palabras, no quieren, se resisten, a que alguien ose marcarles la cancha.
Es una especie de desafío interminable que se convierte en provocación al destino, mezclado con algo de miedo ante la duda de la equivocación. Pero no se echan atrás. Los milongueros y milongueras defienden su bandera de la libertad por sobre todas la cosas y sólo ellos saben por qué.
El motivo fundamental de esta batalla, a la cual ya están acostumbrados y a casi todos les ha dejado heridas imborrables y cicatrices en las profundidades del alma, es el temor atroz a perder el poder de ser libres. La sabiduría de la experiencia que respalda esta aseveración, bordea los límites de la razón y se asienta sobre el rumbo elegido, que es casi imposible de modificar. Se niegan a dar explicaciones o rendirle cuentas a alguien.
La gente de la milonga en su mayoría, quiere ser libre como el viento y sabe que para eso tiene que sacrificar algo y lo acepta. El resultado está a la vista y el trueque ha sido libertad por soledad. La una, independencia para con el afuera; la otra, carencia de compañía. Esa compañía que, eventualmente y sólo eventualmente, se acercará a transformarles el presente por un breve tiempo, pero poco después partirá, inexorablemente, en busca de individuos tal vez no tan libres o con no tantas ganas de serlo…
Ana María Navés.
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