BAILANDO TANGO.
BAILANDO TANGO EN BUENOS AIRES
Ana María Navés.
Acercándonos a la verdad histórica de los comienzos del tango, podemos
afirmar que tanto los intérpretes y autores como los bailarines, inician sus
manifestaciones artísticas en las postrimerías del siglo XIX.
Inicialmente, sus escenarios fueron los conventillos, los cabarets y los
piringundines. Ya en 1900, empezaron a ponerle nombres a las figuras creadas en
aquella época, tales como el firulete, la media luna o el ocho y las quebradas.
Al principio era un baile que se practicaba entre
hombres en las esquinas del barrio, bajo los faroles de luz mortecina y sobre
las calles de tierra. Más tarde esos mismos hombres, irían a los prostíbulos
buscando la admiración de las mujeres con las que bailaban, mientras esperaban
el turno para los placeres amatorios. Pero en 1916, la Intendencia de Buenos
Aires, lanza un decreto por el cual se prohíbe la danza entre hombres en los
lugares públicos.
Recién después que esta danza fuera aplaudida y aceptada en Francia y
España, llevada a Europa por algunos bailarines que pusieron escuelas de tango
en el viejo mundo, la sociedad bonaerense lo integra a su vida. Se comienza a promocionar entonces en las sociedades
recreativas y clubes. La Juventud
Porteña del Norte, el Círculo Gallego, Italia Unita, eran solo algunos de los
lugares donde se hacían bailes los fines de semana, durante todo el año.
También las “Casitas” fueron famosas; éstas eran
prostíbulos que tuvieron una clientela asidua ya que Argentina había recibido
una inmigración mayoritariamente de hombres. Estos habían dejado a sus mujeres
en aquellos países de Europa, con la promesa de que vendrían al país sólo cuando sus maridos pudieran
juntar el dinero para los pasajes de ellas y sus hijos. Los más famosos eran Lo
de Laura, Madame Blanché, María la Vasca y Lo de Mamita. Casi todos eran
dirigidos por mujeres que habían comenzado como prostitutas y habían agrandado
su negocio. Debido al éxito que el tango tenía en esos lugares clandestinos,
fue catalogado como danza prostibularia.
Los bailarines más representativos
de aquella época, fueron Casimiro Aín y su esposa, Anselmo Aieta, Elías Alippi, Benito
Bianquet (el Cachafaz) y su pareja Carmencita Calderón, todos ellos pioneros y representantes indiscutidos
de la milonga porteña, aquella que fue el puntapié inicial de toda la movida
del tango.
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