NACIMIENTO Y MUERTE DEL CHANTECLER

 

                                                                  EL CHANTECLER

Ana María Navés


Ubicado en la calle Paraná a metros de Corrientes, el que llegaría a ser el emblemático cabaret Chantecler, abrió sus puertas en 1924.

La evolución producida en el tango en esa década, había alcanzado  niveles mucho más altos y ya no estaba representada por músicos que tocaban de oído, sino que se iban perfilando orquestas y grupos, integrados por músicos provenientes del Conservatorio Nacional.

Los dueños del Chantecler, eran un matrimonio de inmigrantes italianos, Juan Garesio y Giovanna Ritana quienes, para la inauguración de ese lugar sumamente elegante y distinguido, contrataron a la orquesta del maestro Julio de Caro.

Varias orquestas musicalizaron las veladas de aquel cabaret, pero la que sobresalió fue la del maestro Juan D´arienzo, la que por muchos años fue la preferida del público. Su música era la invitación permanente e insoslayable para los amantes del baile; mucho más cuando en 1935, D’arienzo decide incorporar a Rodolfo Biaggi.

También actuaban allí malabaristas, acróbatas, cantantes y Oscar Alemán, el más grande showman que ha tenido este país. En 1938, debutó un cantor adolescente llamado Roberto Rufino. También actuaron el maestro Héctor Varela, con Rodolfo Lezica y Laborde.

El salón muy grande, la pista de baile, el escenario, y los palcos con absoluta privacidad detrás de sus cortinados de pesado terciopelo, eran la impactante escenografía que mostraba ese lugar de inigualable categoría. Entre los visitantes y clientes que lo jerarquizaban, había políticos, artistas e intelectuales de alto renombre.

Todo era esplendor y exquisitez, sin embargo, cuando la década del 50 llegaba a su fin, el tango y todo lo que lo rodeaba, empezó a languidecer.

 Fue ése el momento donde, la aparición de nuevas modalidades musicales, que cumplieron una función devastadora como el Club del Clan en nuestra cultura popular, junto con el rock and roll norteamericano y la televisión, integraron una renovación comercial dominada por la tecnología y los intereses foráneos. Su objetivo, era capturar a los adolescentes quienes, todavía sin una sólida identidad, se entregaban a esos cambios. Así es como las parejas comenzaron  a bailar separados.

Muchas orquestas desaparecieron y otras, tuvieron que reducir el número de sus integrantes, ya que no podían solventar sus costos. El famoso Chantecler, se encontró en el mismo camino y tuvo que cerrar  sus puertas y, en 1960, fue demolido.

Su magnificencia y gloria quedaron grabadas en la memoria de quienes lo conocieron, lo disfrutaron y lo jerarquizaron, cubiertas por la tristeza de saberlo irrecuperable.

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