ENTREVISTA A MARINO SANTA MARIA.
Artículo publicado en el portal Tango en Medellín.
Ana María Navés
Olvidadizo,
con diez proyectos en la cabeza que por supuesto no puede llevar a cabo al
mismo tiempo, bohemio empedernido e insaciable, amabilísimo y cordial.
Detallista fanático y comprometido con su trabajo, intenta
constantemente incentivar su creatividad y la de sus alumnos, transcurriendo
muchas horas de su día, en la
coordinación de la Escuela taller
del Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.
Dirige además el taller que tiene en su casa, en la calle Lanín, en el
barrio de Barracas. En ese pasaje de tres cuadras de largo, Marino Santa María,
pasó su niñez en compañía de sus vecinitos, jugando a la rayuela en la vereda.
En 2001,
proyectó pintar todas las fachadas de ese pasaje, respetando la arquitectura de
cada casa y otorgándole una visión diferente que identifica al barrio por su
colorido y composiciones.
Unos años más
tarde, su decisión fue cubrir con mosaicos venecianos toda esa obra, otorgándole
protección y durabilidad ante las inclemencias de la intemperie.
Desde 1992 y
por seis años, fue director de la Escuela Nacional de Bellas Artes y, en 1996,
participó de la creación del IUNA (Instituto Universitario Nacional de Arte).
Ha hecho
innumerables intervenciones urbanas sobre tango, en los barrios de Abasto y La
Boca, en el Pje. Enrique Santos Discépolo, que corre en diagonal, desde
Corrientes y Riobamba a Callao y Lavalle. También lo ha hecho en ciudades como
Zárate, Caseros y San Fernando.
Actualmente
está terminando un mural sobre el
paredón de una cuadra que da a la calle Caseros, en el predio ocupado por el
Hospítal Británico de la Ciudad de Buenos Aires, utilizando la técnica de
mosaico y también en un hotel recién reciclado, en un lugar emblemático del
barrio de San Telmo.
También su
obra está instalada en murales en el Hospital Italiano de esta ciudad.
Con la
invitación de la Asociación de los Artistas de Medellín y con el auspicio del
Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, en junio de 2013, en el
contexto del Festival Internacional de Tango de Medellín, su obra también
arriba a Colombia.
Sobre el
paredón de la Biblioteca Municipal Manuel Mejía Vallejo, frente al Aeropuerto Enrique
Olaya Herrera, cuatro imágenes de Gardel,
iguales a las que hizo en algunos barrios de Buenos Aires, muestran su
esplendor con el título de “Gardel hay uno solo”. Acompaña esta obra, una frase
de este escritor que da nombre a la Biblioteca y que dice: “Uno muere cuando lo
olvidan”, escrita en el mural.
Fue una
propuesta que al igual que las anteriores, acerca al pop art los intereses y la
temática del pueblo que, en este caso en particular, es referido a Gardel, cuya
imagen surge como símbolo de la idiosincrasia porteña.
En esa obra,
las imágenes se multiplican a lo largo de la superficie pictórica, con un
tamaño considerable y que, a semejanza de las creaciones de Andy Warhol, adorna
con colores brillantes y formas sin complejidad, llevando figuras de un
personaje famoso, hasta las alturas de una obra de arte.
A pesar de
estar atiborrado de logros, premios y proyectos importantes, la personalidad de
este artista plástico, no muestra atisbo alguno de soberbia, todo lo contrario;
las actitudes de Marino Santa María, rebozan de ese valor cada vez más difícil
de encontrar, que es la humildad de los grandes.
Tiene premios
otorgados por Casa FOA, la Fundación Mano Blanca, la Asociación de Críticos de
Arte, Naciones Unidas y Consejo Argentino de la Paz, entre muchos, muchos
otros. Ha hecho innumerables muestras individuales y colectivas en Argentina y
en otros países, y obtenido muchas distinciones.
En la entrevista que le hice, no hizo mención
a ninguno de sus reconocimientos, por la
misma razón me imagino, que hizo que adoptara
el apellido materno: nunca quiso sacar rédito del apellido de su padre, el
reconocido ceramista y pintor Marino
Pérsico, con el que aprendió mucho desde siempre, aunque sólo
bastante tiempo después, se diera cuenta de ello.
Marino Santa
María es un hombre simple, ingenioso, inteligente, creativo y locuaz. Tan sólo
eso.
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