ENTREVISTA A NATASHA Y DIEGO EN LA CASA GARDELIANA (MEDELLIN)
Esta entrevista fue hecha a partir de un encuentro casual en la Casa Gardeliana donde ellos terminaban de dar una exhibición, y yo organizaba la presentación de mis libros al día siguiente, en el marco del Festival Internacional de Tango de Medellín.
HUNDIDOS EN EL ABRAZO.
Artículo publicado en la revista PUNTO TANGO.
El lugar está lleno de gente. Hace calor. Se escucha la voz recia pero a la vez tierna de un cantante que, junto a un bandoneón y una guitarra, narra acunado por la música, una de esas historias tangueras que hemos escuchado tantas veces y que nos seguirán deleitando, con su cachetazo de realidad infernal.
HUNDIDOS EN EL ABRAZO.
Artículo publicado en la revista PUNTO TANGO.
El lugar está lleno de gente. Hace calor. Se escucha la voz recia pero a la vez tierna de un cantante que, junto a un bandoneón y una guitarra, narra acunado por la música, una de esas historias tangueras que hemos escuchado tantas veces y que nos seguirán deleitando, con su cachetazo de realidad infernal.
Han terminado de bailar en ese escenario chiquito, noble, que invita al secreto, a ese secreto dulce que los invade cuando bailan. Y yo empiezo a esperarlos y a imaginar qué me van a contar.
Ella y él. Natasha y Diego. El dúo que casi, sin darse cuenta, se alzó en el 2011 con dos premios muy importantes. Y más valor tuvieron para ellos, ya que habían sido logrados en Argentina, esa meta para algunos inalcanzable.
El mismo día de su arribo a Buenos Aires, desde su amada Colombia, tenían programado competir en el certamen “Milongueros del mundo”, en el salón El Pial. Sin saber exactamente cómo se desarrollaría el evento, se presentaron y ganaron. Era una de las parejas que se habían postulado para entrar en la primera ronda clasificatoria. En realidad, todo fue muy rápido y consiguieron en ese lugar, lo que de verdad no era lo más importante que habían venido a buscar a este país. Porque días después, comenzaría el verdadero desafío, la importante razón por la cual habían viajado: el Mundial de Tango.
Como no era la primera vez que se presentaban ya que lo habían hecho en el 2007 y el 2010, las expectativas eran mayores. Con miedos, nervios y ansiedades, pudieron llegar a las semifinales y ahí es donde la toma de conciencia, los indujo a decirse que su intervención ya estaba cumplida y sus deseos más que realizados.
Es así que, llegado el momento final, donde debían desempatar con una pareja venezolana, y donde la elección sabían que iba a ser muy difícil, consideraron que ya estaban jugados. Entonces, en lugar de brindarle a los nervios y a las tensiones un lugar preponderante en ese evento, decidieron relajarse y gozar del momento y de la música.
Estos últimos instantes impregnados de excitación y ansiedad, que dominaban invariablemente a jurados y participantes, ellos decidieron transcurrirlos apuntando al placer y a la emoción. Rompieron así con los esquemas que caracterizan a una final de un mundial de tango y solamente, bailaron para ellos, uno para el otro, consiguiendo de esa manera, abstraerse totalmente de aquel entorno complicado.
En estas circunstancias, con la mayor de las sorpresas, escucharon el veredicto del jurado, consagrándolos campeones.
Esta pareja, nacidos uno en Cali y otra en Medellín, conforman una entidad donde ambos se complementan para lograr ser uno. Hace muchos años que bailan juntos y decidieron que el tango, fuera su proyecto de vida. Se conocieron en Bogotá y a partir de allí, sus vidas marcharon juntas; hoy, son padres de Alejandro y Tomás y tienen un marcado sentido de familia que enarbolan con orgullo.
Su historia con el tango nació y transita, con la seguridad de que los bailarines jóvenes deberían conectarse con los viejos para aprender a descubrir la esencia de la danza.
Natasha baila desde los catorce años, cuando abandonó aquella creencia de que el tango era un baile de viejos. Diego, llegó a él por casualidad. Cuando su trabajo en el banco donde estaba empleado dejó de atraerle y decidió dejarlo para estudiar Licenciatura en Arte Teatral en el Conservatorio de Cali, comenzó ese trayecto poblado de sorpresas y coincidencias. Encontró en ese camino una escuela, “Piazzola”, cuando buscaban actores para un montaje. Allí fue donde empezó a codearse con el tango de a poquito, tímidamente, y su trayectoria como bailarín, comenzó a tomar forma lentamente. Las prácticas fueron intensivas durante muchos meses, donde ocho horas eran, diariamente, el tiempo obligatorio.
Viajó a Suecia con Natasha donde coincidieron con los Dinzel, a quienes habían conocido tiempo atrás en Bogotá y con quienes hicieron algunos talleres y gracias a ellos, descubrieron el verdadero significado de la conexión en el tango y aprendieron a sentirlo.Pero hay un proverbio chino, que dice: “los maestros pueden abrir la puerta, pero solamente Ud. puede entrar”.
Natasha cuenta que al principio, bailaba preocupándose exclusivamente por la técnica, hasta que se dio cuenta que eso, es sólo una parte de la danza; una parte importante, pero sólo una parte. Actualmente, la filosofía de ambos es totalmente diferente. Están realmente convencidos que solamente conectándose primero con uno mismo y luego con la pareja, aparece lo esencial; no de otra manera. Las formas de bailar son sólo elementos que hay que aprender a manejar para ir al encuentro del tango de cada uno, para proyectarse en el otro.
La improvisación emerge con la música y saca a la luz lo que está en ebullición dentro de los cuerpos, mostrando lo que el bailarín está sintiendo; es un momento creativo en el que no se puede mentir ni simular lo que se siente. Un tiempo donde fluye lo auténtico, lo real, lo que no se puede esconder, lo que da vida a los movimientos; es un reinventarse constantemente acompañados por los acordes de la melodía.
Lamentan que los maestros se preocupen por enseñar tan solo estilos y dejen de lado el verdadero sentido del tango. Nosotros hacemos nuestro baile sutil y visceral, solamente eso, hundidos en el abrazo y bailando con el corazón, dicen.
Diego, dándose cuenta que llegarán tarde a otro evento donde los esperan para una exhibición, pone punto final a la charla y exterioriza en voz baja su más ferviente deseo: le pedimos dos cosas a Dios, que siga dándonos la mano y continúe bailando con nosotros.
Ana María Navés.
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